¿Te agobia el 'adulting' del fin del mundo?
Nosotros también hemos llorado en los últimos dos años
Esta es la conversación que tuvimos (Bea y Julio) hace unos meses y de la que germinó más tarde la idea de FAQAdulting, un proyecto que iniciamos hoy hablando de lo que hemos llorado en los últimos dos años. Porque hace dos años estábamos al inicio de lo que parecía que iban a ser unos días de confinamiento pandémico (nosotros éramos bastante pesimistas y nos quedamos cortos: Bea apostó por 53 días y Julio por 45) que después se han convertido en meses de restricciones y en un parón en nuestras vidas. Y no pasa nada por reconocer que sí, hemos llorado, como el 35% de la población general y 41% de los jóvenes.
Queremos pararnos un momento aquí.
En la encuesta sobre salud mental que hizo el CIS tras la pandemia se ve cómo, a pesar de que la COVID-19 en sí ha demostrado ser menos peligrosa en jóvenes y mujeres, son las mujeres de entre 18 y 35 años las que más declararon sentir emociones negativas en algún momento, incluso emociones socialmente más permitidas a los hombres como la ira o el enfado.
¿Qué ha pasado aquí?
WTF ansiedad
Esther López Zafra, catedrática de Psicología Social y presidenta de la Sociedad Española de Psicología Social (SCEPS), nos cuenta que la ansiedad es una respuesta a una situación de estrés que vivimos con preocupación o como amenaza, y puede ser algo normal en una situación de incertidumbre, miedo y nerviosismo. No se nos ocurre mejor definición a lo que acabamos de pasar –ni a lo que está sucediendo con cierta invasión rusa en el este de Europa. Vamos, que tener ansiedad en estas situaciones es normal.
De hecho, López Zafra nos recuerda que un nivel de ansiedad leve puede activarnos y prepararnos para la acción, e incluso produce concentración y mejora cómo nos enfrentamos a las situaciones. La verdad es que, si lo piensas, suena bastante a cómo se afrontó la pandemia al principio: la gente –y especialmente los jóvenes– se organizaron para ayudar a las personas mayores o dependientes, todos salíamos a las ocho a aplaudir…
“La ansiedad es una emoción preparatoria y puede ser positiva porque te genera una sensación de control”, apunta Aurora Gómez, psicóloga sanitaria. Pero López Zafra advierte: “Un nivel de ansiedad alto es incapacitante e impide que la persona actúe de forma normal o adaptativa”.
Cojo otra crisis, la tiro por el retrete…
Para muchas personas, y especialmente para personas de nuestra edad (Julio ahora mismo tiene 25; Bea está a punto de cumplir 30), la llegada de la pandemia fue un llover sobre mojado.
“Las desigualdades y la precariedad crónica y estructural a la que la juventud estaba acostumbrada llegó a cotas inesperadas a raíz de la crisis de 2008”, recuerda Stribor Kuric, doctor en Sociología y Antropología e investigador del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de FAD. “Desde 2015 los indicadores económicos y de empleo comenzaron a remontar y se extendió una sensación de recuperación. La actual crisis ligada a la pandemia ha vuelto a poner de relieve la fragilidad del sistema económico y laboral”.
Esto se suma a lo que señala López Zafra: “Cuando somos jóvenes puede haber más situaciones amenazantes, que nos den miedo, que percibamos que el entorno social nos evalúa, entre otros”, y eso aumenta las posibilidades de sufrir ansiedad. Si eres mujer, más todavía: “La ansiedad y la depresión, aunque tienen una base biológica, son respuestas del cuerpo ante elementos externos. En una sociedad machista, las mujeres sufren la presión sobre su físico y sobre cómo comportarse antes que un varón. Un joven varón sufre la presión de género cuando se expone al mercado capitalista, productivista y machista, y se pone a trabajar”, señala Aurora Gómez. Los datos históricos apoyan esta idea: la prevalencia de ansiedad es mayor cuanto más jóvenes, y mucho más frecuente en mujeres.
Algo que, por cierto, no sigue la misma tendencia en la edad en el caso de la depresión:
En cualquier caso, la ansiedad se produce en cualquier etapa de la vida y es importante entender esto para lidiar con ella: “La manera de afrontarla dependerá también del entorno psicosocial de aprendizaje, así como de características personales”, apunta la catedrática López Zafra.
Por qué moveríamos el culo del sofá
Que sí, que parece que los jóvenes cada vez estamos más ansiosos. “La salud mental de la gente más joven está muy deteriorada, especialmente con ansiedad”, corrobora Aurora Gómez, que menciona el cambio climático como ejemplo de escenario preocupante sobre el que tenemos falta de control y sensación de peligro inminente.
Stribor Kuric también incide sobre este y otros problemas que nos roban el sueño, y cómo pueden actuar de resortes para que nos movilicemos: “Cada vez resulta más acuciante la necesidad de afrontar los retos ecológicos del planeta y la obtención de recursos sostenibles. Las desigualdades económicas asociadas al modelo productivo actual y las desigualdades sociales ligadas al sistema patriarcal también suponen fuertes elementos movilizadores (generalmente para atacarlas pero también en porcentajes significativos para defenderlas)”.
No eres tú, es el sistema
Darte cuenta de que el problema no es solo tuyo, sino del sistema, es un primer paso que puede ayudar a luchar contra la ansiedad, porque desactiva la culpa y la vergüenza, dos sentimientos bloqueantes.
Encima, comenzar a hacer activismo también nos puede ayudar con la ansiedad: “Gracias a lo que haces, el mundo tiene sentido y la incertidumbre empieza a desaparecer. Además, te das cuenta de que eres capaz de actuar sobre tu entorno. También ayuda a socializar y a descubrir cuáles son tus valores y alinearte con ellos”, apunta Gómez.
Este conjunto de emociones y acciones, que para nosotros son clave porque nos ubican y dan sentido en el mundo que nos rodea, tienen el beneficio de reducir los niveles de ansiedad y depresión.
Activismo? jajaja salu2
Pero ojo, un activismo tóxico también es peligroso. “Es muy normal que la gente se queme. Habitualmente dedican una cantidad de tiempo y recursos que va en detrimento de otras áreas”, explica Gómez. Desde nuestra experiencia, damos fe: cargar de ilusiones y de energía proyectos en los que no vemos los resultados deseados puede frustrar hasta a la persona más idealista. Es importante alcanzar un equilibrio para ello. Gómez también menciona la indefensión aprendida, esa sensación de que hagas lo que hagas no hay resultados, que podría explicar la desmovilización. Algo nos suena…
Además, Kuric señala el desgaste que puede existir en los jóvenes que participamos en movimientos activistas desde hace años: “Especialmente en el grupo de jóvenes de más edad, se puede haber producido una sensación de desgaste acumulada desde la crisis de 2008. Esto, unido a la incertidumbre generalizada en el sentir juvenil, puede llevarlos a un enfoque más individualista basado en la supervivencia personal y alejarlos de formas de participación cívica más intensas”.
Mamá, quiero ser mayor
La adultescencia se nos está haciendo un poco larga: vivir con nuestros padres hasta que somos demasiado mayores o que nos digan “Es que yo a tu edad…” no nos ayuda mucho. “La adolescencia es un momento clave para la salud mental porque hay que resolver muchas tareas a la vez: la autonomía, la identidad y la pertenencia al grupo. Son demasiadas tareas a la vez y por eso la gente suele quebrar”, explica Gómez. “Si no tienes las herramientas, el espacio o el momento, es cuando se convierte en peligroso”.
Vemos a nuestro alrededor cómo todos esos procesos y ritos de paso a la vida adulta se retrasan: “Supone un impacto drástico en la construcción identitaria de las personas jóvenes, puesto que se encuentran sin referentes claros en generaciones anteriores para gestionar sus vidas”, señala Kuric. En pocas palabras: no podemos –ni debemos– comparar nuestra situación con la de nuestros padres.
Desmontando el mimimi
Sin embargo, dar el salto a querer cambiar las cosas parece que es algo que no va con nosotros. Al menos eso dicen siempre: “Los jóvenes no os movéis. No vais a votar. No protestáis… mimimimi”. ¿Es cierto que la activación política es menor en la juventud, un momento de grandes cambios vitales? “Cualquier proceso de transformación lleva acompañada una reflexión, y esto a su vez puede motivar el interés por la participación cívica”, señala Kuric, que también destaca que los perfiles de jóvenes desanimados que no ven posibilidades para enfrentarse al futuro desde su contexto también son cada vez más frecuentes: “Resulta imprescindible abordar este problema generando espacios políticos en los que la juventud se sienta escuchada y respaldada”.
Pero esos espacios no tienen que ser necesariamente la plaza del pueblo. Para nosotros, existen otras herramientas de movilización política: “Es un activismo de boquilla, no están en la calle, pero en las redes sociales tienen un discurso muy interesante”, comenta Gómez.
Esto lleva a que los problemas no se individualicen tanto: “Al darte cuenta de que el problema es global, sales de la culpa, sales del bloqueo y empiezas a pensar que la solución puede ser comunal. Ese cambio de paradigma de lo individual a lo común es el paso que se necesita para pasar a la acción”, señala Gómez.
Justamente, las palabras de Aurora Gómez fueron las que nos llevaron a meternos en este fregao: un proyecto en el que explicar a gente de nuestra edad, que oye, que no son tus problemas son…
Queremos seguir hablando de estos problemas, pero no entre nosotros, sino contigo, y crear un espacio seguro donde reflexionar juntos y buscar respuestas.
Además, tenemos muchas ideas para próximas entregas: hablar de videojuegos, de caseros, de dinero (¿acaso hay algo más político?)… ¿Nos ayudas a elegir el próximo tema que tratemos en What a week?
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