Otra ensalada que compro en el Mercadona, y ya son 817 las comidas que me he saltado
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Hemos perdido la cuenta de los lunes que llevamos presentándonos en la oficina sin comida. Y de los martes. Y de los miércoles… Vamos, creo que nos pillas. Si hay algo que se nos está atragantando del adulting después del verano –sí, tanto llevamos así– es alimentarnos con algo que no sea comida a domicilio, menús del día, latas de legumbres, precocinados y ensaladas envasadas.
Como esto no siempre ha sido así, queremos recordarnos las épocas en las que llegábamos a tiempo para tener cada domingo preparado un cielo de tuppers para toda la semana. ¿Cómo lo hacíamos? Bueno, Julio dice que quitemos esa primera persona del plural: era Bea la que lo hacía… Pero el caso es que igual a ti –y a Julio– también te pueden servir unos consejos.
Me encanta que los planes tuppers salgan bien
La realidad es que el adulting nos come. Aunque, según parece, nuestro estilo de vida es cada vez más rutinario –no nos vendría mal un poco de rutina de esa, pero de la buena–, las jornadas laborales a veces maratonianas, ir con prisas, la falta de desconexión, mirar el Twitter, atender el Animal Crossing… Mira, a nadie le apetece pringar el domingo para cocinar para toda la semana, seamos sinceros. Aparte del hecho de que no todo el mundo dispone de un congelador tamaño Hannibal Lecter para que cocinar a lo bestia para dos o tres semanas sea viable.
Pero supongamos que nos queremos tomar esto en serio. Así que necesitaremos recipientes (mejor tuppers de cristal que de plástico; Julio te recomienda comprar un estuche o una funda apañada a modo de tartera, y Bea piensa que es suficiente con que cierren herméticamente, pero de verdad), algo para apuntar y mucha fuerza de voluntad.
Lo de apuntar lo vamos a usar para sentarnos una tarde y planificar el menú de la semana. Mejor si planificas el de dos semanas, o incluso el de todo un mes. ¿Por qué? Porque de todo –DE TODO– lo que supone preparar tuppers, la planificación es la clave: te permitirá hacer una lista de la compra de la que desterrar ultraprocesados –esos mejor dejarlos para cuando se come fuera–, cocinar una base que te sirva para varios platos –los pistos, sofritos, verduras asadas, boloñesas y similares te salvarán la vida– y desperdiciar menos comida, porque no hay nada más triste en el mundo que un tomate pocho en el fondo del cajón de la nevera o una patata florida.
Conocer, además, qué preparaciones puedes conservar en el congelador, o incluso en botes a modo de conserva –porque en los pisos compartidos, sitio, lo que se dice sitio, en el congelador no suele haber– también te va a ayudar: si algo lleva patata, nata, champiñones, verduras frescas sin cocinar o bayas, mejor no congelarlo. Sofritos, pisto y boloñesa los puedes tanto congelar como conservar al vacío (aquí explican cómo hacerlo), y algunos guisos que no se pueden congelar por llevar ingredientes como la patata los puedes conservar también con esta técnica. Dominar el arte de la conservación de alimentos te va a permitir que la pereza de cocinar para uno no te conquiste.
Precocinados buenos, precocinados geniales
Pero si la planificación no es lo tuyo, la forma en la que haces la compra también te puede salvar de la desidia de cocinar. Los botes de verduras cocidas –desde acelgas a espárragos, pasando por alcachofas o incluso patatas– son grandes aliados de comer sano: todo con un huevo bien revuelto está rico, aunque también puedes tirar de creatividad para hacer desde una ensalada o ensaladilla hasta un acompañamiento para unos garbanzos fritos.
Y hablando de garbanzos y botes: ¿hay algo mejor que los botes de legumbres en conserva? Aunque salen algo más caras que comprarlas secas, si la diferencia entre tener garbanzos/lentejas/alubias secas en casa y en bote es que las primeras se mueren del asco y las segundas se convierten en ensaladas, hummus y otros platos bien ricos, pues la elección está clara. Ah, y no tires el liquidito ese en el que vienen: se llama aquafaba y es un sustituto estupendo del huevo (tanto para veganos como para los que no; aquí nada se tira).
Más cosas en bote que siempre está bien tener: el tomate frito y el pisto, ambos mejor cuanto menos azúcar tengan. También los puedes hacer tú en casa, pero sobre todo el tomate frito es un poco coñazo, para qué engañarnos.
Además de los botes, hay una serie de congelados que te sacan siempre de un apuro, cuesta que se pasen y se conviertan en desperdicios, y son sanotes: las verduras de todo tipo sin añadidos, tanto solas como en salteado (sin descongelar, unos minutos a la sartén o a la olla y listos) y las setas congeladas te salvan la vida.
Bien, pues vamos a completar la lista de la compra: con todo lo anterior, pasta y arroz en el armario (que se hacen en unos minutos y tienen fecha larga de caducidad) y –si no eres vegano– huevos y queso, te apañas. Recuerda comprar algo de fruta y verdura fresca según los platos que vayas a preparar; siempre de temporada, que es mejor para tu bolsillo y para el planeta. Si también comes carne y pescado, algo de pechuga de pollo y merluza, salmón y/o atún (que se pueden congelar) y conservas de pescado, como latas de atún y caballa, te sacarán del apuro sin vaciarte el bolsillo. Y Bea recomienda siempre tener a mano soja texturizada, que vale para todo. Ah, y bien de aceite de oliva y especias, aunque esto va al gusto.
Tus armas contra la pereza de cocinar
Una cocina ordenada y limpia te ayudará con la tarea: un sitio para cortar, otro para ir dejando las preparaciones, bien de espacio en los fogones para poder hacer a la vez varias cosas…
Pero como lo más normal es que esto no lo puedas elegir –excepto lo de tener la cocina limpia–, lo que sí puedes elegir son tus armas para enfrentarte a la faena: a algunos les cambió la vida tener una olla express, a otros los productos de Lekue para cocinar en el microondas (no nos pagan, pero estamos abiertos a que lo hagan), otros fueron felices con la Thermomix (o la versión para los pobres, la Monsieur Cuisine) y los hubo felices con comprarse menaje de cocina de colores y unas sartenes que no se peguen. Lo importante es que te motive, que lo uses y que te haga sentir bien, ya que gastas el dinero.
¿Sabes otra cosa que motiva mucho? Compartir la tarea. Organízate con tus compañeros de piso, con los compañeros del trabajo o con tus vecinos: si consigues un grupo de cinco personas en el trabajo, solo tendrás que cocinar un día a la semana para cinco personas, ¿se te ocurre mejor manera de motivarse?
El caso es que no siempre llegaremos, y no pasa nada: para eso están las ensaladas envasadas, los precocinados buenos y los compañeros que te llevan el tupper que les sobra.
Si a ti también se te ha hecho cuesta arriba la Operación Tupper en las últimas semanas, vente al Discord a contarnos cómo estás sobrellevándolo. Nosotros, de momento, marchamos a comer.
El curetaje de FAQAdulting
Un referente en nuestra lucha por comer más de tupper es Mikel Iturriaga y su equipo de El Comidista. No te pierdas sus menús semanales (geniales para inspirarse en la planificación) ni este artículo en el que nos dan ideas para comer más verduras.
14 recetas para hacer en 15 minutos (y de paso repasar vocabulario de comida en inglés, why not?)
Se viene el Black Friday y nos la van a intentar colar subiendo precios las semanas antes para luego “hacer descuentos”. Así que si tienes pensado comprar algo, empieza ya a monitorizar su precio.
¿A quién no le va a ser útil una lista de consejos para comer mejor, a quién no le va a ser útil? Si a ti también te lo parece, comparte y déjanos un corazoncito: ayúdanos a salvar a una persona perdida en el adulting del comer bien.