Estás muerto. Qué dramón. Ahora ya no podrás seguir con tu vida, llevar el adulting ni continuar viendo memes.
Pero más marrón es para quienes se quedaron atrás, que ahora deben gestionar que tienen un muerto entre manos. Y lo cierto es que no es barato ni fácil morirse en España. Tras el día de Todos los Santos, y habiendo puesto las flores y todos los recuerdos a nuestros difuntos, hablamos de cómo lidiar con el último desafío de ser adulto: morirse (y que se te mueran).
¡¡Ahh, la muerte el papeleo!!
Sí, ni muertos nos libramos de la burocracia, y lo cierto es que, cuando fallece un ser querido, emocionalmente no estamos en la mejor disposición para pelearnos con funcionarios amargados que te tratarán con la punta del pie (Julio especialmente lo dice con conocimiento de causa).
Pero, antes del papeleo, ¿qué pasa si la persona fallece en casa? Lo primero que haremos será llamar al 112 para que manden un equipo médico cagando leches para ver qué ha pasado. Porque sí, una persona no muere hasta que un médico o un juez lo afirman. Más poderosos que la Dama de la Guadaña, oye.
Si el equipo médico determina que ha sido muerte natural, emitirá un certificado de defunción que será pieza clave para todo lo que vendrá después. Si no lo puede determinar, llamará al juzgado para que trasladen el cadáver al forense, quien emitirá una hoja después de la autopsia y permitirá que la funeraria saque el cuerpo, que hay que celebrar un sepelio.
Ahora empieza el papeleo, pero antes: ¿oíste del fallecido alguna vez la expresión “tengo que pagar los muertos”? Porque si es así, es probable que tuviera un seguro de decesos, que es algo que te ahorra muchos dolores de cabeza (y dinero) llegado el momento. Se puede decir que es casi un regalo que dejar a tus herederos. Si sabes que lo tenía y con qué compañía, es cuestión de llamar y ellos se encargan de la burocracia de las primeras horas. Pero si no lo sabes o sabes que no lo tenía, empieza lo bueno: los familiares tenemos la obligación legal de encargarnos del funeral según el Código Civil.
Susto o y muerte
También es obligación de los familiares –bien con los que residía el finado, o sus más cercanos– inscribir en el Registro Civil al fallecido. Esto es un servicio 24/7, que se puede realizar en cualquier momento y debe hacerse en las 24 horas siguientes a la muerte para luego pasar al siguiente nivel: las exequias.
Es importante, en paralelo, contactar con una funeraria. Si no son muy careros, puede que ellos lleven a cabo todo el proceso. Lo importante es tener todos los DNI, tanto del muerto como los nuestros, a mano. Pero sobre todo, el del muerto, que es el protagonista de esta movida.
Vale, tenemos al muerto registrado, ahora ¿qué hacemos? Pues aquí toca apoquinar pasta y no poca. Porque un sepelio normalito cuesta de media 3.739 euros si es una inhumación y 3.617 si es una incineración en la maravillosa y católica Españita (tan católica que los servicios básicos de la muerte no son por defecto públicos).
Una pasta, ¿verdad? Bueno, si no hubiera ningún familiar ni posible heredero, será el ayuntamiento el que se encargue de afrontar los costes. Eso sí, si nuestra familia no puede permitírselo y le decimos a la autoridad local que afloje la pasta, luego tocará demostrar que no podíamos pagarlo. ¿Normalmente qué hace la gente? Pagarlo, porque es más fácil pedir dinero a un banco para enterrar un cadáver que pelearte con el Estado para que se encargue de algo tan básico como esto.
Para gestionar todo esto tienes, como mínimo, dos días retribuidos (cuatro si debes desplazarte) desde el mismo momento de la defunción, según el Estatuto de los Trabajadores, pero recuerda mirar tu convenio para ver cuántos días exactamente te corresponden.
Polvo al polvo… y más papeleo
Sin embargo, la burocracia no acaba con el funeral: quince días hábiles después de que hayamos enterrado, llorado, brindado, recordado –o el verbo que corresponda– a nuestro muerto, tocará gestionar más papeles si eres un posible heredero. También será el momento de, si no sabías si tenía un seguro de entierro y has pagado el funeral, enterarte de si hay alguna aseguradora a la que reclamar ese dinero.
Para comprobar si la persona fallecida tenía un seguro, además de esperar 15 días desde el fallecimiento, tendrás –adivina– que hacer un trámite en el Registro de Contratos de Seguros de Cobertura de Fallecimiento, que podrás hacer vía telemática a través de la sede electrónica del Ministerio de Justicia, presencialmente en una Oficina Central de Atención al Ciudadano o en alguna Gerencia Territorial del Ministerio de Justicia o por correo postal.
Para gestionar la herencia, sobre todo si no tienes claro si dejó testamento, también tendrás que contactar con el Ministerio de Justicia para conseguir el Certificado de Últimas Voluntades. En principio, cualquier persona puede pedir ese documento, pero es imprescindible adjuntar el certificado de defunción. Se puede hacer online si tienes certificado electrónico. En este mismo proceso podrás averiguar si tenía un seguro de vida y si existía testamento. Si hay suerte, solo tendrás que ir a la notaría correspondiente y ahí termina el camino.
Si no existe testamento, continúa esta death quest: tendrás que armarte de paciencia infinita porque un notario deberá designar herederos mediante una declaración de herederos. Sinceramente, aquí sí o sí recomendamos contar con un abogado, si es que no lo tienes aún, porque los notarios son unos auténticos malnacidos bastardos que deberían arder en el infierno todos juntos bellísimas personas.
Otro estupendo –adivina de nuevo– trámite que se viene ahora es hacer un tour por todos los bancos para saber si la persona tenía cuentas abiertas. El papelito que buscamos en este caso es el certificado de posiciones del causante, y para conseguirlo tendremos que presentar el certificado de defunción, el de últimas voluntades y el testamento. El banco, en cuanto sepa que tiene a un fiambre como titular, bloqueará la cuenta por defecto y seguramente no os den ni agua hasta que se presente un heredero. Para dejar de jugar a encontrar la bolita como si estuviéramos frente a trileros y poder saber de una sola vez en qué entidades hay cuentas a nombre del fallecido, puedes acudir a la Agencia Tributaria y solicitar, acreditando ser heredero, las declaraciones de la renta de años anteriores para ver, al menos, las cuentas en las que se han declarado intereses.
Este camino es el básico antes de poder acceder a la herencia, siempre después de pagar los debidos impuestos: sucesiones, plusvalías municipales e IRPF. Además, si estuvieras en las condiciones apropiadas, puedes aportar el certificado de defunción a la Seguridad Social para tener una pensión de viudedad u orfandad, según sea el caso.
Oye, ¿y mi salud mental y eso?
JA. ¿Qué te creías que era esto, un lugar con humanidad? En cuanto pasen los dos o tres días que en general te dan cuando un familiar la palma –ni hablar de familia elegida, amigos, etc.–, vuelta al curro y, si necesitas terapia, te la pagas tú, que no está la sanidad pública para gastar pasta en que se te muera alguien. Prueba de ello es que el Estado no tenga un servicio público de defunción.
Morirse es algo triste y, no pocas veces, repentino, pero más triste y deshumanizante es lo solo que estás cuando tienes que gestionar todo esto, sobre todo si no tienes dinero, pero no es ninguna novedad en esta sociedad que ha perdido el sentido y convertido uno de los momentos más dolorosos en capitalismo a costa de nuestra humanidad…
Si puedes pagarte la asistencia mental, felicidades y que la disfrutes. Si no, puedes contarnos en el Discord cómo lidiaste con la muerte.
El curetaje de FAQAdulting
Halloween, el Día de Muertos y Todos los Santos, además de servirnos para hablar de la muerte, también nos sirve para dar un respiro a nuestra salud mental con disfraces graciosos de mascotas.
El uso de las redes sociales puede afectarnos a la cabecita: en Maldita Tecnología lo analizaron y también dieron claves de cómo usarlas de forma positiva.
No fuimos los único que la semana pasada gritamos el viento “no me da la vida”.
Gracias por todo el amorcito que nos llegó la semana pasada y toda la gente que compartió con nosotros que su semana también estaba siendo heavy metal. ¡Nos sentimos muy acompañados! Si te ha parecido que la What A Week de esta semana puede serte útil (esperamos que un futuro muy lejano), un corazoncito siempre nos alegra el día.