¿El capitalismo sabe que está favoreciendo comunas anticapi con su propio sistema?
Compartir piso, la única forma de “independizarse” en Españita (y Europita)
Como no hemos hablado ya suficiente de precariedad y pisos, ahora vamos a hablar de lo jodido que es independizarse y te ves en la obligación de compartir piso constantemente (o irte a vivir con tu pareja, una forma “romántica” de repartir gastos con la persona que te tiras).
¿Ahorrar? JAJAJA Qué chiste más bueno
O sea, menos gilipolleces. No hace falta cálculos megacomplejos para darse cuenta del problema: las viviendas son demasiadas caras. Aquí y en París. Desde la burbuja de hace quince años, los bancos se abrocharon el cinturón a la hora de conceder las hipotecas. En paralelo, el empleo y los salarios se iban a la mierda, jodiendo especialmente a los jóvenes. Con todo, el precio del alquiler empezó a escalar a niveles nunca vistos en la historia. La pandemia poco ha ayudado en ese sentido…
Vamos con ejemplos prácticos: según Fotocasa, a cierre del año pasado, el precio medio en España del metro cuadrado de compra y alquiler era de 2.062 euros y 11,03 euros, respectivamente. Imaginemos un piso de 70 metros cuadrados de dos habitaciones en una ciudad media (descartemos las plazas más caras como San Sebastián, Madrid, Barcelona o Palma; muchas de ellas donde hay trabajo). Si quieres comprarlo, el precio es de 144.000 euros. Si vas a alquilarlo, pues son 772 euros mensuales.
Vale, vamos primero con la compra. Un banco solo te va a financiar hasta el 80% del valor del inmueble. Es decir, el 20% lo pones tú de tus ahorros. Además, necesitas ahorrar (o pedir prestado) un 10% extra para gestiones, impuestos, etc, etc. En resumen, debes tener ahorrado un tercio del valor del inmueble antes de plantearte comprarlo. En el caso de ese piso de 70 metros cuadrados, hablamos de 48.000 euros de ahorro. ¿Y cuál es el salario medio de una persona menor de 35 años? Pues alrededor de 21.000 euros, según el INE. Es decir, cobras al mes unos 1.400 euros netos, con suerte.
Ahora sigamos con el arrendamiento. Ese alquiler medio de 772 euros representa más de la mitad de lo que una persona menor de 35 años gana en promedio. Súmale a esos 772 euros de alquiler los suministros (gas, luz, internet…), la comida, imprevistos, transporte, etcétera. Aunque seas un monje de clausura, lo máximo a lo que puedes aspirar es ahorrar a 200 euros (partiendo de la base de que los alquileres año a año siguen subiendo y no se sabe dónde estará el techo).
Visto esto, es imposible para el joven normal y corriente vivir independizado y menos ahorrar para una hipoteca —en este caso hipotético: alrededor de 500 euros de cuota mensual con los intereses actuales—. La mayoría (menos los ricos que les dan una casa para ellos solos y te vienen con el cuento de la meritocracia) tenemos que compartir piso para sobrellevar esto, o bien con compañeros de piso, o bien con la pareja (suerte, relaciones poliamorosas, con los mierdipisos). Y si cambias de ciudad, ya es todavía peor el coste.
¿Quién se ha comido mis acelgas?
Pero compartir piso o tener que posponer tu salida de la casa de tus padres también puede representar varios problemas. Por un lado, la evidente falta de intimidad y de espacio personal puede ser un foco de conflicto, además de fastidiarte una salud mental bastante jodida de por sí. Ya ni hablemos si esa intimidad implica tener pareja o no. Ahí ya todo puede estallar por los aires…
La comunicación es clave para tratar de contener la situación y que no se vaya de madre. Establecer normas de limpieza, convivencia y delimitar ciertos espacios es crítico si queremos que la guerra que ya supone sobrevivir a la vida diaria también atraviese nuestra puerta. Algo que le ha funcionado a Julio a lo largo de estos años es, por ejemplo, un folio con los turnos de limpieza rotatorios. Es probable que falléis, no pasa nada. Lo importante es mantener ese esquema lo máximo posible.
Sabemos que es difícil ver el lado positivo a compartir con desconocidos y en muchas ocasiones será imposible poder conciliar con nuestros compañeros. Si la situación se vuelve insostenible, quizá debas evaluar mudarte, incluso si eso supone irte a un sitio algo peor. A la larga, el beneficio mental supera con creces el ahorro directo.
¿Hacemos la compra conjunta?
Pero no solo compartir con compañeros tiene que ser algo malo. En muchas ocasiones pueden surgir amistades o incluso ser una forma de mejorar la convivencia más allá del simple hecho de repartir el pago del alquiler.
En FAQa ya hemos hablado de que se pueden hacer turnos de comida con compañeros de curro o de piso. Si sois más o menos organizados, podéis incluso compartir parte de la cesta de la compra, lo que supone un buen ahorro para el bolsillo que tener repetido por tres una botella de alubias.
Pero lo más importante es que de una buena relación surge un ambiente agradable en el que vivir. Teniendo en cuenta lo jodido y salvaje que es el mercado (¿cuál? Todos), generar lazos de confianza y solidaridad entre las personas que convives puede ser una experiencia muy bonita. No hay nada más antisistema que fortalecerse ante la adversidad y darte cuenta de que no estás en la máxima soledad. Esa persona de la habitación de al lado seguro que también querría tener su propio espacio de manera independiente. Derribar las paredes metafóricas que os separan hará que las puertas físicas estén abiertas más a menudo.
¿Y por qué no una forma de vivir?
No siempre una vivienda en propiedad y en soledad tiene que ser la receta de la felicidad inmobiliaria. A lo mejor, juntarse varias personas para vivir su jubilación puede ser una fórmula. Pero si no quieres esperar tanto (ni puedes pagar tanto), existen cada vez más modelos sociales repartidos por las principales ciudades: hoteles reconvertidos en los que se comparten tareas y espacios comunes, antiguas oficinas remodeladas, bloques de corral que recuperan ese espíritu de comunidad de las viejas casas comunales…
La lista de opciones es larga y quizá no todas esas soluciones sean las apropiadas para ti, pero lo que sí puedes tener claro es que el problema de vivienda no es solo tuyo, sino
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