Junio, mes de las bodas. Y julio, también. Mayo, si te descuidas. Lo raro es que no te haya caído ya alguna en 2022. Después de un par de años de pandemia con las bodas más o menos contenidas –por razones obvias–, tenemos la sensación de que TODAS las bodas son este año. Que igual es cosa nuestra.
Llega un momento del adulting en el que pasan dos cosas: tus amigos empiezan a casarse y tú tienes que hacerte con un “traje de las bodas” (que conste que nosotros abogamos por la comodidad por encima de todo). También pasa otra cosa, por lo visto muy española: que la invitación de boda viene con un regalito. Bueno, en realidad el regalito es que, al menos, te tienes que pagar el cubierto. Y no de un menú de finde en el chiringuito, precisamente.
Cómo nos casamos en España
A la vista de esto, por suerte cada vez nos casamos menos en España. En 1975, hubo 271.000 bodas. En 2020 no llegaron a las 100.000. Vale, la pandemia, PERO. La tendencia es negativa desde hace 50 años: 2019 cerró con 166.000 matrimonios.
Ayer fue el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+, ¿qué pasa si echamos un ojo a los matrimonios entre personas del mismo género? Tienen mejor pinta que las bodas entre personas de diferente género: la tendencia desde que se garantizó este derecho en 2005, y sin contar la pandemia, es positiva. En 2019 fue el máximo histórico con más de 5.000 matrimonios.
Para qué sirve el bodorrio
Lo que pasa es que el matrimonio ya no es un rito de paso necesario para la vida adulta. El amancebamiento no está mal visto (aunque a la abuela de Bea le haga mucha gracia) y tampoco es un problema en caso de tener hijos; vivir en pareja es mucho más que suficiente para muchas personas.
Además, y pese a que el matrimonio es mucho menos irrevocable que hace décadas, sigue siendo una institución que muchos vemos rígida y antigua. Los que aún optan por “legalizar” su situación escogen la pareja de hecho como una forma más flexible de convivencia que les da algún reconocimiento legal.
Pero sigue habiendo algunas diferencias –más allá del mito del amor romántico o de aquellos que escogen una celebración religiosa– que está bien tener en cuenta sobre el matrimonio. Por ejemplo, da acceso a pensión de viudedad y a derechos hereditarios en todas las comunidades autónomas. También hay algunos derechos sobre el alquiler y permite presentar declaración conjunta de IRPF (aunque, la verdad, si las dos personas trabajan, da un poco igual). En materia laboral, reconoce permisos para cuidar al otro cónyuge en caso de enfermedad u hospitalización, o días de permiso por fallecimiento. Algunos convenios colectivos también aceptan a las parejas de hecho dentro de estos derechos laborales, pero no es algo generalizado todavía. Ah, y los 15 días de permiso por casarse, que también es exclusivo del matrimonio. Vacaciones pagadas queremos, sí, siempre.
Por suerte, el matrimonio tiene cada vez menos peso en nuestra sociedad y los modelos de familia son cada vez más diversos, porque fuera del yo contigo, tú conmigo del matrimonio queda una amplia diversidad de relaciones no convencionales (y sus anécdotas también).
Cariño, tenemos que hablar…
Hasta la aprobación en 1981 del divorcio en España no era fácil librarse de un matrimonio impulsivo o de una relación muerta (incluso dañina). Hasta 2005 –antesdeayer– tampoco era tan sencillo divorciarse: primero había que separarse, debían pasar unos años y, por último, ajustarse a las causas que la ley fijaba (cese de la convivencia, atentados contra la vida; y para separarse: abandono del hogar, infidelidad, desentenderse de los hijos, penas de prisión largas, alcoholismo, enfermedades mentales…). Y el juez te podía denegar el divorcio. Por suerte, todo esto ya no existe.
Además de la ley de matrimonio homosexual, si algo nos dejó en materia de matrimonios la primera legislatura de Zapatero fue el divorcio libre. Ya no había que justificar que no quieres estar más con una persona. El matrimonio pasa así a ser un estado temporal; y no, este cambio en la ley no acabó con las familias.
De hecho, tras un pico eufórico una vez se aprueba la ley (y una inversión notable entre número de separaciones y divorcios), tras décadas en tendencia alcista, los divorcios comienzan a descender. Tampoco la reforma de 2015, que permitió divorciarse ante notario, acabó con las familias. Posiblemente la crisis tenga algo que ver en estos números, pero también el descenso de las bodas.
Te han invitado a una boda y…
En la generación de muchos de nuestros padres lo usual era hacer una lista de bodas: como para muchos el matrimonio significaba también el momento de independizarse –ahí, hitos vitales a tutiplén–, había que equipar el pisito que acababan de comprar (snif). Esto suponía que el invitado acudía a la tienda designada y compraba, de lo que había en la lista, lo que buenamente podía. Un detalle. En el caso de los familiares, a veces se deslizaba algún sobre para ayudar con los primeros gastos, pero no era algo tan habitual entre amigos o conocidos.
Pero a quién no le va a gustar un buen sobre, a quién no le va a gustar… La precariedad y el cambio en nuestra cultura de lo que supone el matrimonio han transformado las necesidades de los que optan por casarse. En no pocas ocasiones, la boda no deja de ser un trámite dentro de una convivencia largamente establecida… y una excusa para pegarse un fiestote nada barato. El acontecimiento de tu vida, si eres uno de los que se casan; pero si eres uno de los invitados, un agujero en tu bolsillo.
Desde aquí hacemos un llamamiento: stop a dar dinero en las bodas como si estuviéramos comprando entradas para el Mad Cool. Y a ti, si preparas tu boda, piensa si prefieres tener cerca a tus personas más queridas ese día o que alguno no pueda permitírselo por ese sobre/ingreso que parece que ahora es obligatorio. ¡Hombre ya con las convenciones sociales! Vente a quejarte de ellas con nosotros:
El curetaje de FAQAdulting
¿Sabías que te pueden echar de Tinder? O sea, está bien que echen a gente que acosa a otros o que incumple los términos, pero ¿y si no has hecho nada? ¿Y si no consigues ninguna explicación? Buen ejercicio para valorar lo que fiamos a las plataformas donde volcamos nuestros sueños y esperanzas (y nuestros datos).
Dentro de las siglas LGTBIQ+ hay personas más visibles que otras. Las personas bisexuales se enfrentan a un doble señalamiento: por parte de personas cisheterosexuales y por personas desde dentro del propio colectivo. Noemí López Trujillo hace un mapa de la experiencia de la bifobia.
Y otro temazo de Noemí, aunque ya tenga unos meses, en este caso sobre el derecho al aborto en España. Si se te han puesto los pelos de punta con la anulación de la sentencia ‘Roe contra Wade’ en Estados Unidos, no creas que en España nos va perfe: 11 provincias españolas no han practicado abortos desde entra en vigor la ley de interrupción voluntaria del embarazo en 2010, y 2020. Y no, no es porque no se hayan solicitado.
No se nos olvida el truco de los calcetines, pero no nos ha dado tiempo a grabarlo en TikTok. Como esa sabiduría hay que compartirla ya, ahí va una foto improvisada de unos calcetines de Bea: si buscáis “imperdible de plástico”, ahí los tienes (o en tu mercería más cercana). Unes los calcetines antes de echarlos a lavar y se acabaron los calcetines huérfanos. Además, para colgarlos no necesitarás pinza. Ahí lo llevas.
Nos hace mucha ilusión ver cómo los corazoncitos son más cada semana, así que si nos dejas uno, nos haces muy felices :)