-Sabes, Bea, estaba pensando que todo el trabajo que he conseguido ha sido por contactos.
-Bueno, por eso y porque lo vales, Julio.
-Ya, pero el curro de autónomo en Adevinta lo conseguí por un compañero del sindicato. El que tengo ahora en EPE fue por una recomendación de una periodista que impartió clase en el máster. Joder, tú y yo nos conocemos gracias al Discord de periodistas y sin eso no existiría FAQAdulting.
-Pues una prueba de que hay un networking bueno.
Julio está de celebración (o no) porque tiene un curro nuevo, con contratito. Ya podrá disfrutar de vacaciones, paro y esas cositas que llaman derechos laborales. Pero esta conversación que tuvo con Bea muestra una vez más que no todo es el currículum y que tan importante es currárselo como conocer a las personas adecuadas. Porque por muchos cursillos y consejos marketinianos para hacer buenos currículums y cazar las mejores ofertas, la realidad es que en España tres de cada cuatro vacantes laborales no se publican en ningún lado.
No es enchufe como tal (aunque, por supuesto, lo hay), sino que las empresas prefieren tirar de sus propias redes de contactos (básicamente, conocidos de los empleados) antes que jugársela publicando un anuncio. Sabiendo esto, y viendo que seguir los caminos prometidos como trabajar duro o ir a la universidad sirven para bien poco, muchas personas se lanzan al loco mundo de crear agenda y conocer gente, un tanto frustrante, con la esperanza de que todo fructifique en un empleo. Bienvenides al mundo del networking.
La presión por buscar trabajo
Gran parte de nuestra realidad social gira en torno al trabajo, incluida parte de nuestra identidad. Tenemos tan endiosado el dichoso mito de la vocación y el empleo que cuando todo se trastabilla, comienzan los problemas: según una encuesta de InfoJobs, la mitad de los problemas psicológicos son por culpa del trabajo. En la encuesta sobre salud mental que hizo el CIS después de la pandemia, se ve que las personas que están en paro sufrieron sentimientos como miedo, depresión o preocupación en mucha mayor proporción que quienes trabajan.
Luego está el detalle de que la mayoría de seres humanos tienen el vicio de comer y dormir bajo un techo. Si te encuentras entre ellos, es probable que, en algún momento de desesperación, te hayas descubierto con el radar encendido en cualquier evento social en busca de quién es la persona adecuada con la que hablar para que tu vida laboral dé algún paso adelante.
La obsesión por hacer contactos: una cara más de la hiperproductividad
Hacía Héctor G. Barnés, faro que guía nuestro barco FAQoquero, un viaje al infierno del networking hace unas semanas. Nos mareamos un poco, no os vamos a engañar: qué forma de convertir el tiempo libre en tiempo productivo, qué manera de crear relaciones transaccionales. Tenemos traumita. Demasiada hiperproductividad. Pero, como periodistas que llegamos a la carrera sin padrinos, lo entendemos.
“Cuando empezamos la universidad, nos da la sensación de que solo vamos a poder trabajar si tenemos enchufe”, explica la periodista Alba Asenjo. Es una sensación muy extendida en carreras culturales y creativas, como el periodismo, en las que pensamos que los vínculos fuertes, como los familiares, serán clave para encontrar trabajo. Pero no suele ser así: “A medida que se sube el nivel de formación, se hacen menos efectivas las redes personales en la búsqueda de empleo”, asegura Verónica de Miguel, profesora de Sociología de la Universidad de Málaga. Asenjo cuenta cómo funciona en el sector de la comunicación: “Muchas veces la vía de entrada es un compañero que te conoce y que habla bien de ti o habla bien de tu trabajo en el momento adecuado. Posiblemente no haya otra manera de conseguir mejoras salariales y curros mejores en otras empresas, si no conoces a gente”.
También es una cuestión de clase: De Miguel expone que conforme la clase social es más alta, en categorías profesionales técnicas o directivas, el peso de otras formas de búsqueda de empleo adquiere mayor importancia: “Es importante ver qué tipo de empresas y perfiles estás buscando, ya que no es homogénea la forma de tejer redes en todos los sectores”. La socióloga destaca, por ejemplo, el caso de las personas con alta formación que obtienen su trabajo por hacer una oposición.
¿Se puede hacer networking bien?
Alba Asenjo, Alberto Aguiar, Javi Skan y otro buen puñado de jóvenes periodistas abrieron a finales de 2020 un servidor de Discord dirigido a personas como ellos, en el que construir relaciones que pudieran convertirse en oportunidades laborales e intercambios de conocimiento, no necesariamente hablando de trabajo: “Puede ser hablando de videojuegos o de plantitas o de lo que has hecho este verano…”, explica Alba. Ese espacio, que arrancó en unas fechas en las que el aislamiento era la norma –“Al principio sobre todo hablábamos muchísimo de cómo estábamos durante la pandemia”–, ha acogido todo tipo de conversaciones, muchas veces por voz y en círculos muy pequeños: “Te estás poniendo en valor y dando a conocer cosas chulas que haces sin necesidad de estar ahí lanzando el grito en internet, a todo Twitter. Se puede interactuar en círculos muy pequeños, en un espacio donde salen muchos temas y se cuentan muchas cosas que en lo ancho y largo del internet no se contarían. Los cotilleos unen”.
Precisamente, en este espacio los jóvenes periodistas no gritan al vacío de internet ni tienen que estar alimentando constantemente a su oruguita de la atención: “Ha sido muy guay conocer a un montón de gente que de otra manera no hubiera conocido porque son menos activos en Twitter, porque son menos visibles, porque todavía no han alcanzado puestos de responsabilidad que les hagan visibles en redes sociales o en la portada de un medio, pero que aún así pueden aportar un montón al resto”, explica Asenjo. Damos fe.
Y sí, se consigue trabajo: uno de los grandes éxitos de este experimento en Discord es el canal de ofertas de trabajo, que constantemente alimentan los miembros y gracias al cual algunos ya han logrado un empleo: “He perdido un poco la cuenta, porque de primeras eran casos muy contados. Hay gente que ha encontrado curro gracias a que alguien compartió un enlace de una oferta de trabajo, o de forma indirecta, al haber creado un vínculo dentro del servidor por el que le han recomendado y ha conseguido un contrato”.
Solidaridad laboral: el networking definitivo
“Lo que he aprendido de todo este malestar es la necesidad de sindicarnos y de decir ‘no’”, nos contaba el periodista Rubén Serrano cuando hablábamos de pagos en visibilidad. Los momentos de conflictividad laboral son muy propicios para crear redes de solidaridad laboral: “Algo que empezó con el ERE [de Playground] es que esa redacción de 35 o 40 personas empezamos a cuidarnos unos a otros: crear un comité de empresa, hacer reuniones, demandar nuestros derechos, cerrar el mejor acuerdo posible. Para mí fue un máster laboral que no me ha dado ninguna universidad”, explica Serrano.
El periodista también pone en valor las redes invisibles que se tejen en esos entornos, mucho más invisibles que los lazos profesionales más obvios: “Para mí el networking no pasa por hacer algo público, sino por un mensaje privado, un mail, una llamada. En tener una charla más humana. Mientras la visibilidad que nos ofrecen las empresas nos genera capital social, las alianzas que creamos desde la invisibilidad con otros trabajadores nos dan autodeterminación laboral. En esas redes, justamente la invisibilidad para empezar a tejer sin que seas vigilado por los jefes o por las redes es bastante útil”.
¿Y a ti qué maneras se te ocurren de tejer redes –o hacer networking– desde el (auto)cuidado, sin desdeñar su utilidad en el plano laboral, pero no convirtiendo esas relaciones en meras transacciones? Te leemos en Discord:
El curetaje de FAQAdulting
Y hablando de networking, progresar en la vida y trabajar, ¿nunca te has preguntado por qué parece que los jefes son siempre los más tontos? Los científicos sí y han recibido un (más o menos) nobel por ello.
Para quienes habéis tenido que pasar la ITV, ¿os habéis sentido tontos no sabiendo distinguir los tres tipos de luces del coche? David Martínez también y nos cuenta su última experiencia por aquí.
Desde el 95, incluso con el cambio de moneda, los salarios en España están congelados mientras la productividad y el coste de vida no han parado de subir. Impactante esta gráfica que nos obliga a plantearnos qué estamos haciendo y a pelear por cambiarlo.